EN LO QUE HEMOS QUEDADO
Por Mariela Sagel, El Siglo, 26 de marzo de 2018
No contento con habernos dicho ñañecos, creadores de crisis y mentecatos (como si supieran qué significa o fueran académicos de la lengua), ahora resulta que somos marginales.
Quien no tenga una piscina de cemento en su casa o departamento, y tenga las piscinas inflables que son el regocijo de tantas familias de escasos recursos, que disfrutan los fines de semanas ofreciéndoles a sus hijos unos ratos de esparcimiento mientras los mejores dotados (o remunerados) van al mall, son los causantes de la falta de agua en la mayoría de las barriadas de la ciudad capital.
La misma ciudad capital de la cual se regodea el lamentable ministro de Economía, que es la que más crece en América Latina, tiene a sus pies barriadas “marginales”, las que señaló el desafortunado director del Instituto de Acueductos y Alcantarillados (IDAAN), a quienes responsabilizó de desperdiciar el agua potable que se usa en la ciudad.
Lo que este improvisado y “mentecato” director no dice es que la mayoría de los potentados de esta ciudad tienen piscinas de cemento que consumen galones de agua que no utilizan sino de vez en cuando, y que esa agua sí es desperdiciada, porque ni siquiera sirve de esparcimiento para los “privilegiados de la tierra”. Alguien debería asesorar a los funcionarios en los temas que deben tratar y la forma en que lo deben hacer. Si bien es cierto es mucho pedir a los arnulfistas que, de la mollera, como he dicho ya repetidas veces, no tienen mucho, por lo menos sus asesores podrían hacer un mejor papel.
Pero eso es pedir peras al olmo, como dice el refrán. Meten la pata y la siguen metiendo, no importa las veces que lo hagan, no aprenden. Por eso es por lo que nadie serio les acepta el cargo ni nadie serio quisiera ver en su currículo que fue miembro de un gobierno arnulfista o varelista, que es peor, porque al lado de éste, el de Mireya fue de estadista.