Enseñando un buen gobierno
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El Siglo, 5 de Julio de 2010
Escribo este artículo desde la ciudad de Santiago de Veraguas, donde me he trasladado como parte del cuerpo docente que imparte el Diplomado de Gobernabilidad y Gerencia Política que ha organizado la Corporación Andina de Fomento y la George Washington University en cuatro sedes de la Universidad de Panamá. Me maravilla palpar el interés que tienen los estudiantes -todos profesionales- en sacrificar su tiempo libre, sus familias, sus hobbies , para asistir por varios meses a estos cursos los fines de semana y seguir ascendiendo en su capacitación académica.
Por supuesto, la mayoría de los asistentes son mujeres y también hay una gran cantidad de abogados. En el caso particular que hoy me incumbe, tengo entre mis estudiantes a funcionarios de gobiernos locales, de Migración, de Tránsito, una corregidora, un fiscal, un representante de corregimiento y hasta el alcalde de Penonomé.
A este honorable señor le he lanzado un reto, el cual espero que asuma y que en un par de años esa ciudad de la provincia de Coclé se convierta en el modelo de ejecución municipal que todos quisiéramos tener. El reto ha sido cambiar la forma de deshacerse de la basura, mediante técnicas de reciclaje y, de esa manera, cambiar la actitud de los penonomeños. Le he dicho que se puede convertir en el Antanas Mockus de Panamá y así, otros municipios pueden repetir el modelo, tal como estamos tratando de hacer los civiles mortales que asistimos a las charlas que ilustran el cambio que experimentó Medellín cuando Sergio Fajardo fue alcalde y pasó, de ser la ciudad más violenta y peligrosa de Colombia, a ser un ejemplo de civismo.
Estos intercambios con personas que no ven la vida como la vemos los capitalinos, que no se informan como lo hacemos nosotros sino es a través de las noticias negativas y las metidas de pata de nuestro alcalde, y que dependen muchas veces de las decisiones que tome un gobierno central, es fascinante si se mira como aprendizaje para entender mejor el país.
El resultado final es un clamor general (me ha tocado estar en dos sedes, Azuero y ahora Veraguas) por la descentralización, especialmente la municipal, ya que es la que más rápido permea a todos los residentes. Nadie puede manejar un país como si fuera una finca de Soná, y mucho menos si las soluciones tienen que venir de la máxima autoridad municipal electa que, en el caso de Panamá, ha probado ser totalmente incompetente.