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GÓBEKLI TEPE Y MARDIN

Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 26 de diciembre de 2021.

     Siguiendo en la ruta de descubrir los sitios de interés arqueológicos en Turquía, que no están en los circuitos tradicionales del turismo comercial, encontramos, después de Sanliurfa, a 15 kilómetros, un antiguo santuario que está siendo restaurado y que ofrece unas vistas espectaculares desde el punto más alto de una cadena montañosa cerca de la frontera con Siria.

     Fue en 1965 que un equipo estadounidense empezó a sospechar que una colina podría tener dentro un monumento arqueológico. Y resultó que allí reposaba un yacimiento bizantino que asombra por la pulcritud con que se ha conservado.

     Göbekli Tepe es el santuario o lugar de culto más antiguo del mundo descubierto hasta ahora, según los expertos, pero también un centro de estudios para comprender cómo fue posible que se asentara una población a tan temprana época (entre 9600 a.C. y 8200 a.C.).  Un equipo de arqueólogos turcos y alemanes trabajan en su restauración y apenas se puede apreciar 5% de lo que el complejo significó.  Se estima que fueron cazadores los que levantaron el asentamiento y que fue deliberadamente enterrado, permaneciendo abandonado por siglos.  Su descubrimiento ha dado una vuelta de tuerca a las teorías del Neolítico euroasiático, construido seis mil años antes del monumento de Stonehenge, en Amesbury, en el condado de Wiltshire, Inglaterra, a unos trece kilómetros al norte de Salisbury, que es tan visitado por turistas.  Se le considera, por su antigüedad, el sitio donde pudo nacer “la conciencia de lo sagrado”, que dio paso a la “chispa de la civilización”.

     Posterior al descubrimiento por los estadounidenses, en 1994 un arqueólogo alemán estaba realizando una inspección por los sitios arqueológicos y llegó a la conclusión que Göbekli Tepe era un sitio prehistórico, no medieval. Debido a que hubo población en el área posterior a la construcción del santuario, se estima que también hubo cultivos durante generaciones y los habitantes pudieron haber alterado el asentamiento original que destruyeron evidencias arqueológicas.

     El equipo de arqueólogos, dirigidos por los científicos turcos del Museo de Sanliurfa, empezaron a documentar los vestigios arquitectónicos y fue entonces que descubrieron las columnas en forma de T, que estaban deterioradas.

Hasta ahora se han descubierto cuatro construcciones de este tipo, que tienen de 10 a 30 metros de diámetro.
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     Era impensable, antes de su descubrimiento, un complejo de esta dimensión en una comunidad tan antigua, que datan de hace varios milenios, desde el Mesolítico.  Para la mejor comprensión y abordaje de las labores de restauración, se dividió en estratos y es así como el II se ubica en el Neolítico precerámico, entre 7500-6000 a.C., que arroja rastros de habitaciones en forma rectangular con pavimento de cal pulimentada, parecidos a los suelos “opus signinum” (tejas partidas en trozos pequeños, mezcladas con cal, y luego golpeadas con un pisón) de la antigua Roma.  El estrato III, que tuvo el nivel de ocupación más antiguo, se remonta a los años 9000 a.C. y lo integran pilares monolíticos que se enlazan entre sí por toscos muros que conforman estructuras circulares u ovaladas.  Lo que hasta ahora se ha descubierto consiste en cuatro construcciones de este tipo, que tienen de 10 a 30 metros de diámetro, pero se estima que hay 16 estructuras más.

     Los monolitos están decorados con tallas en relieve de animales y pictogramas abstractos que se asumen que son símbolos sagrados.  Los relieves figurativos representan animales como leones, toros, jabalíes, zorros, gacelas, asnos, serpientes, así como reptiles e insectos, arácnidos y pájaros, además de buitres y aves acuáticas.  Todo esto denota que había una activa vida salvaje, que ahora no se encuentra ya que los asentamientos humanos y la agricultura que se practicó convirtieron la región en un área polvorienta y desértica.

     También se estima que hay muchos muertos enterrados en forma ceremonial, a cielo abierto.  Algunas de las tallas presentan formas humanoides, tales como una mujer desnuda, en postura frontal y agachada, muy parecidas a las que se han descubierto en el norte de África, de la época neolítica.  Se ha encontrado también la referencia de humanos en posición de rezar, que pueden representar sacerdotes o profetas.

     A Göbleki Tepe se llega en transporte de motor, y nos recibe una muy bien montada tienda de lo más representativo del área.  Se asciende a los yacimientos que están cubierto por una tolda mediante buses provistos por el Ministerio de Cultura y Turismo para luego bordear el yacimiento que más avanzado tiene su proceso de restauración.  Está rodeado de senderos muy modernos, con barandas, y desde allí se puede observar el área sujeta de estudio. 

     Este sitio fue designado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 2018.  Los investigadores estiman que seguirán descubriendo más yacimientos por los próximos 50 años.

MARDIN

Fuente de la Madraza en Mardin
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     Así como Urfa, reseñada en la entrega pasada, me sorprendió por lo bien establecida que está la ciudad y los servicios que ofrece, Mardin es otra que ofrece gratas vivencias.  Está situada en la provincia homónima, al sudeste de Turquía.  Se destaca por su arquitectura de estilo árabe y por su ubicación estratégica en una montaña rocosa sobre las planicies del norte de Siria.  Su población es una mezcla de kurdos, turcos, asirios y árabes.  Quedan pocos armenios en el área.

     El significado de Mardin es “fortaleza” pero también hay quienes la deducen de “Maridin”, cuyo significado es “rebeldes contra la impiedad” o también “Mar Din”, que es sinónimo de “Santa Religión” o “Santa Fe”.

   

Monasterio de Deyrülzafarân
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Sus sitios identitarios son el Monasterio de Deyrülzafarân, de sirios ortodoxos que se puede visitar en forma limitada, porque habitan estudiantes, mujeres y hombres, y también los sacerdotes.  Otro lugar de gran interés es la madraza Sitti Radviyye del siglo XII, la más antigua en su clase en toda Anatolia, que fue construida por el Sultán Kasım, hijo del sultán Cihangir de Akkoyunlu, entre los años 1457 y 1502. Impresiona por sus fuentes de agua, todas con un significado, y por ser la mezquita más antigua de Anatolia con un pórtico y dos iwan, que son elementos arquitectónicos que consisten en un gran porche bajo un arco, una sala o espacio rectangular, generalmente abovedado, cerrado por muros en tres de sus lados, estando el otro completamente abierto.  Ese diseño le da una grandiosidad portentosa a esta edificación, donde además se muestran artefactos inventados para el estudio de la astronomía, como brújulas, telescopios, sextantes, etc.   La madraza está dedicada a estos estudios.

Entrada del monasterio de Deyrülzafarân

En el patio central está la fuente que simboliza el ciclo de la vida desde el nacimiento hasta la muerte, que es donde el agua se entrega a Mesopotamia. Desde sus instalaciones se tiene una vista privilegiada del entorno. En un tiempo fue la sede de una universidad y también sirvió de faro para las caravanas que seguían la Ruta de la Seda.

Las cúpulas, el edificio, el ambiente místico que se respira son impresionantes y se te graban en la mente y la memoria.

Repasando un poco la historia de este magnífico lugar, la provincia de Mardin fue conquistada y adherida al Imperio Otomano bajo el mando de Selim I en 1517 y fue escenario de una rebelión encabezada por los kurdos en 1832.  Ha sido parte de la Armenia histórica ocupada por Turquía.  Posteriormente se levantaron asentamiento de asirios cristianos, que perduraron hasta el siglo III a.C. y es así como la religión asiria-babilónica duró hasta el siglo XVIII. Los monasterios e iglesias sirias ortodoxas datan del siglo V d.C, como el anteriormente mencionado de Deyrülzafarân.

Mardin produce vinos y se encuentran muchas tiendas donde ofrecen la gran variedad que hay.  Es extraño que se encuentre uno con producción autóctona de uvas en un país donde hay una mayoría musulmana que no ve con buenos ojos el consumo de alcohol. Pero cultivan una uva, llamada mazrona, que tiene un aroma similar a las uvas Gewurztraminer que se usan en los vinos blancos alsacianos.  Son cultivadas orgánicamente y fermentadas de forma natural sin levaduras ni sulfitos, lo que prolonga su conservación y los hacen más saludables.

Hay otros sitios que visitar en Mardin y deambular por su bazar es alucinante, por la multiplicidad de sabores que uno encuentra y los productos trabajados en estaño.  Siendo un área predominantemente cristiana, todavía existen muchas iglesias con decorados realmente hermosos, como la de los 40 mártires llamada «Kırklar Kilisesi», donde no me permitieron tomar fotos, pero es de una belleza sobrecogedora.  Esto, a pesar del mandato musulmán entre los siglos VII y XII y como capital de la dinastía turca Artúquida, que gobernó Anatolia del este y el norte de Mesopotamia, entre los siglos XII y XIV.  Actualmente hay un centenar de cristianos, entre católicos, ortodoxos y protestantes.

Dos sitios que recogen la historia de la civilización desde todos sus ángulos que es imposible no sentirse fascinado al deambular por sus calles, comprar sus dulces y especies, y registrar todo lo vivido en el inconsciente.