Por Mariela Sagel, 2 de junio de 2025, El Siglo

     El pasado 29 de mayo se conmemoraron 572 de la conquista de Constantinopla, en 1453, por parte del sultán Mehmed II, llamado el Conquistador, que lideraba el imperio Otomano.  Esta fecha trascendental es considerada por la historiografía europea como el fin de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna.

     Desde la entrada al Cuerno de Oro, en el mirador Pierre Lotti, uno puede comprender cómo hicieron los otomanos para vencer el Imperio Bizantino, que estaba bajo el mando del emperador Constantino XI.  El asedio duró desde el 6 de abril y culminó ese 29 de mayo.

     La cosa no estuvo fácil: a la entrada del Cuerno de Oro, su parte más estrecha, los bizantinos pusieron unas cadenas con zunchos para que los barcos atacantes no pudieran pasar. Los otomanos, muy ingeniosos, construyeron un canal seco paralelo a esa lengüeta de agua y fueron pasando sus cañones, armamentos y andaduras para finalmente hacerse con la ansiada Constantinopla.  A partir de ese día, se le conoció como Estambul.

     El imperio Bizantino había sido la continuación del imperio Romano de Oriente.  El control otomano sobre el comercio entre Europa y Asia llevó a los europeos a buscar nuevas rutas comerciales, impulsando los viajes de exploración y el descubrimiento de América, en 1492.

     La caída de Constantinopla es el símbolo del fin de la Edad Media en Europa y el comienzo de una nueva era de cambios, incluido el Renacimiento y la expansión europea.

     El imperio Otomano, que se extendió a lo largo y ancho de los países aledaños, duró hasta el 29 de octubre de 1923, 470 años que hicieron historia. Mustafá Kemal Atatürk puso fin al sultanato, creando una nación de la nada, con leyes, instituciones y moldeada al estilo europeo, que hoy día se lama Türkiye, una potencia emergente en toda su dimensión.