Por Mariela Sagel en La Estrella de Panamá, 29 de mayo de 2022.
La columna de Constantino es uno de los más importantes ejemplos de arquitectura romana en la ciudad de Estambul. Un tributo al segundo emperador en longitud de mandato (unos 31 años), solamente superado por Augusto, que estuvo en el cargo durante 40 años
Siempre que estoy en Estambul me tropiezo con la columna de Constantino, llamado El Grande, que fue un emperador romano convertido al cristianismo, que antes era pagano. Al tiempo de su conversión declaró esta religión como oficial.
Los historiadores cristianos le pusieron el nombre de “El Grande”, después de su muerte. Después de esa denominación los expertos confirman que se merece tal apelativo, debido a sus múltiples victorias militares, mas no a su relevancia religiosa.
Fue un guerrero inclemente, luchó y venció contra los francos (306-208 y 313-314, una comunidad de pueblos procedentes de Baja Renania y de los territorios situados al este del Rin (Westfalia), que al igual que muchas otras tribus germánicas occidentales entró a formar parte del Imperio romano en su última etapa en calidad de foederati, asentándose en el Limes (Bélgica y norte de Francia actuales). Las poderosas y duraderas dinastías establecidas por los francos reinaron en una zona que abarca la mayor parte de los actuales países de Francia, Bélgica y Países Bajos, así como la región de Franconia en Alemania), los alamanes (306-308, un conjunto de tribus germanas establecidas en el curso superior, medio e inferior del Elba y a lo largo del Meno. Fueron mencionados por primera vez por Dión Casio en 213), los godos (332, un pueblo germánico oriental, dos de cuyas ramas, los visigodos y los ostrogodos, tuvieron un importante papel en la caída del imperio romano de occidente y en el nacimiento de la Europa medieval). Los godos dominaron una vasta zona, que en su momento cumbre –bajo los reyes Hermanarico y Atanarico– posiblemente se extendió desde el río Danubio al Don, y desde el mar Negro hasta el Báltico y los sármatas (334, un pueblo iranio al que Heródoto ubica en el siglo V a.C. en la frontera occidental de Escitia, más allá del Tanais, actual río Don).
Logró recuperar para el imperio gran parte de la provincia de Dalmacia (una región histórica y geográfica que se encuentra en la costa del mar Adriático que pertenece a Croacia), y en pequeña medida continúa hacia Montenegro, hasta la ciudad de Kotor (en italiano, Cattaro y la bahía homónima). Si no fuera por la enfermedad que lo atacó, habría desarrollado sus planes expansivos hacia Persia, que con toda probabilidad se habría incluido en su larga lista de victorias. Fue el segundo emperador en longitud de mandato (unos 31 años), solamente superado por Augusto, que estuvo en el cargo durante 40 años.
Después de Constantino hubo diez emperadores que llevaron con orgullo su nombre. Uno de ellos fue el último del imperio romano de oriente, Constantino XI Paleólogo. Carlomagno (742-814) procuró incansablemente imitar a Constantino el Grande para intentar demostrar que era su descendiente e igual. El sacro imperio romano germánico consideraba a Constantino El Grande como una de sus principales figuras históricas, pues fue un emperador guerrero que siempre combatió a los paganos.
La Iglesia ortodoxa lo elevó a la categoría de santo y en su memoria se conmemora el 21 de mayo. Esta rama de la Iglesia lo considera “igual a los apóstoles” y, aunque esta denominación le fue otorgada posterior a su muerte, se hubiera sentido muy orgulloso ya que él mismo se consideraba “el décimo tercer apóstol” de Jesucristo. La Iglesia católica romana también santificó a Constantino, aun cuando su paso por el cristianismo fue breve y en los últimos años de su vida.
A pesar de ser un guerrero implacable y hasta sanguinario, de sus muchas victorias y venganzas pasó a la historia por dos razones: primero, por declarar el cristianismo como la religión oficial del imperio romano, y segundo, por construir Constantinopla, una ciudad que poco después se convertiría en la capital del imperio romano de oriente, también llamado imperio bizantino.
Debido a que Roma estaba demasiado alejada de las fronteras del imperio y de las innumerables intrigas palaciegas, Constantino buscaba un lugar en el que construir una capital más grande que Roma. Quería un punto geográfico en el que la calzada europea más importante se encontrara en el río Éufrates, a través del estrecho del Bósforo, que conecta el mar Negro con el mar Egeo. Se agregó a su decisión de que fue allí, en lo que hoy es Estambul, que Constantino derrotó a Licinio en la decisiva batalla naval de Crisópolis, en el año 324. (Valerio Liciniano Licinio fue un emperador romano entre 308 y 324. Durante la mayoría de este período fue emperador rival de Constantino I el Grande, quien le terminó derrotando).
Como era tradición entre emperadores el fundar ciudades en sitios en los que habían logrado victorias decisivas, Constantinopla cumplía ese requisito y, además, tenía una gran importancia estratégica, pues se juntaban importantes rutas comerciales y, desde el punto de vista militar, su potencial defensivo era enorme, tanto terrestre como marino.
Se presume que la fundación de Constantinopla fue alrededor del año 326 d.C. bajo la dirección de Constantino llegando a un pacto con los visigodos para que se implicaran en la defensa de la ciudad, firmando con ellos un tratado de paz.
Constantinopla se desarrolló muy rápidamente, ya que estaba bien conectada con toda Europa y también con los centros económicos de Siria y Asia Menor. Además, la ciudad tenía acceso a la ruta comercial de Egipto, por lo que podía aprovechar las exportaciones de cereales, que también surtían Roma y el norte de África. Esas características atrajeron a muchos inmigrantes, a los que se les ofreció incentivos para establecer sus negocios. Constantino quiso traer estatuas de todos los rincones del imperio y libros para llenar bibliotecas con obras griegas y romanas. Después construyó lujoso palacios y monumentos significativos. La fundación de Constantinopla fue muy importante, fundamentalmente porque hizo que el imperio romano mirara hacia el este, mucho más rico y prometedor que occidente, que ya estaba envejeciendo, al igual que la propia Italia.
A pesar de su conversión al cristianismo y su deseo de ser bautizado en el río Jordán, solamente logró ese bautismo en el lecho de muerte. Fue el artífice del primer concilio de Nicea (reseñado en artículos anteriores) y de muchos de los sincretismos que hoy vinculan las religiones en el mundo.
La columna de Constantino
Ubicada cerca de la estación del tranvía en Cemberlitas, en Sultanameth, formaba parte del centro del Foro de Constantino en la parte exterior de las murallas de la ciudad, y tenía originalmente unos 50 metros de altura, dividida en nueve anillos y coronada por una estatua de Apolo. El material en que se construyó era pórfido, una roca ígnea de gran resistencia, traída de Egipto.
El orbe de la columna contenía un fragmento de la Vera Cruz. En la base de la columna se ubicaba el santuario que albergaba varias reliquias como restos de las cruces de los dos ladrones que fueron crucificados con Jesús en el Calvario, la cesta del milagro de los peces y un frasco de alabastro que había contenido el aceite que María Magdalena usara para lavar los pies a Jesús. Además, estaban el Paladio de la antigua Roma (una estatua de madera de Atenea proveniente de Troya) y el hacha con la que Noé construyó el arca
Una tempestad derribó la estatua y los tres anillos superiores de la columna, también sufrió saqueos por parte de los cruzados en 1204. Tras la invasión otomana en 1453, la cruz fue retirada. Catástrofes naturales en 1179 destruyeron la vecindad, dejando a la columna con marcas negras de fuego, que persisten hasta hoy. Fue finalmente restaurada por el sultán Abudülhamid I, que le agregó la base actual. En 1179 la base fue consolidada estando la plataforma original de la columna dos metros y medio por debajo del nivel del suelo.
La columna de Constantino es uno de los más importantes ejemplos de arquitectura romana en la ciudad de Estambul. Actualmente su altura es de 35 metros, y se distingue desde el mar de Mármara y el estrecho del Bósforo, formando parte del perfil de Estambul.