Publicado el 7 de agosto de 2023.
En marzo de este año salió publicado, bajo el prestigioso sello de Galaxia Gutenberg, el libro “Los genios”, del periodista y escritor peruano Jaime Bayly, que no ha estado exento de polémicas por sus programas de televisión, que se transmiten en Estados Unidos y su país natal. Se le cataloga como una de las voces más destacadas de la nueva literatura en español y en esta oportunidad se ocupó del famoso puñetazo que le propinó el escritor Mario Vargas Llosa a su hasta entonces íntimo amigo y compadre, Gabriel García Márquez, en el estreno de una película en ciudad de México, en 1976, con la lapidaria frase “Esto es por lo que le hiciste a Patricia”.
Ese hecho fue histórico porque fue en un lugar muy público y concurrido, y todos recuerdan a la escritora mexicana, Elenita Poniatowska corriendo a un restaurante a comprar un pedazo de carne cruda para colocarle al Gabo en el ojo y la nariz rota, que el golpe del enfurecido excadete le habían causado y que, hasta la fecha, nunca se ha explicado por parte de los dos involucrados, aunque sí por otros estudiosos del fenómeno del boom latinoamericano que en la década de los ’70 y ’80 fueron las estrellas de la literatura.
Ambos escritores se habían conocido en agosto de 1967 aunque ya se admiraban y habían intercambiado cartas y leído mutuamente sus, hasta ese momento, obras publicadas. A la sazón, Vargas Llosa tenía treinta y un años y ya era conocido, y García Márquez cuarenta, y estaba en vísperas de su ascenso a la gloria con la publicación de “Cien Años de Soledad”. Tanta era la devoción que le tenía el peruano al Gabo que le dedicó, en 1971, un libro titulado “Historia de un deicidio”. Posteriormente se hicieron amigos entrañables, fueron vecinos en al barrio de Sarriá de la ciudad de Barcelona y compadres. A partir del puñetazo, se rompió, para siempre, la amistad.
Jaime Bayly utiliza un estilo desenfadado y burlón de todo este hecho, señalando que la causa que distanció a los dos “genios” fue la aventura (una de las tantísimas) que tuvo el peruano durante todo el viaje en barco hacia el Perú (en el que también iban su esposa e hijos) con una refinada compatriota, y la forma en que Patricia Llosa, una mujer que cuando se enfadaba era cosa seria, asumió el desagravio. Ante este desaguisado, la prima y esposa del escritor peruano, se volvió a Barcelona y Gabo la atendió con deferencia y respeto durante esos aciagos días en que ella se debatía en si dejar al díscolo marido, después de nueve años y tres hijos, –y que no ha dejado de dar sorpresas hasta hoy día– a pesar de sus más de 85 años, en el plano amoroso.
El tono de Bayly es jocoso y se le nota la animadversión que le tiene a su compatriota, y se burla de él como un ex cadete de la Academia Leoncio Prado, el colegio militar donde estudió, sus pininos en el boxeo y otras interioridades. El libro es muy divertido y una vez lo agarras, no lo puedes soltar. Por sus páginas zangolotean los más variados personajes, no solo los involucrados en el boom sino tan inesperados como Joaquín Sabina, cuando aún no era famoso.
Sin embargo, por esa curiosidad que siempre me lleva a adentrarme en los más profundos abismos de la historia, la mención y relación con la representante de los autores, la mítica Carmen Balcells, que cambió el rumbo en que los escritores cobraban por sus trabajos, me llevó a leer el libro de Carme Riera “Carmen Balcells, traficante de palabras” y apreciar a cabalidad la arrolladora y explosiva personalidad de esta “Mamá Grande” y la relación casi incestuosa que desarrolló con algunos de sus representados, su propensión a la lágrima fácil, cómo se convirtió en la inquebrantable negociadora de los derechos editoriales, su permanente disposición a resolver el más mínimo problema que tuvieran sus protegidos, y la relación que tenía con su marido e hijo.
No contenta con esa faceta de la irremplazable Mama Grande, me adentré en el libro del periodista cultural catalán Xavi Ayén, “Aquellos años del boom”, publicado en 2014, que es una investigación detallada sobre el boom de la literatura latinoamericana y su relación con Barcelona. Ese libro le mereció el Premio Gaziel de Biografías y Memorias. Muy bien documentado, en uno de sus capítulos corrobora la versión del affaire de Vargas Llosa en el barco, con el nombre propio de la dama involucrada, por lo que no es la primera vez que se ventilaba, pero Bayly lo hizo de una forma muy simpática y puntual.
Después de ese libro, me embarqué en “Aquellos años del boom”, del escritor chileno José Donoso, que fue parte del boom, pero en menor categoría. Diez años más tarde publicó una nueva edición con apéndice del autor, seguido de «El boom doméstico», de su mujer, María Pilar Serrano.
De allí pasé al libro “Correr el tupido velo” de su hija adoptiva, Pilar Donoso, que acabó suicidándose después de publicarlo. Este libro es desgarrador porque para escribirlo, Pilarcita se sumerge en los archivos que su padre adoptivo donó a la Biblioteca de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos. El libro es un conmovedor ejercicio de devoción filial, que al final le pasa factura ya que, en su afán de saber quiénes fueron sus verdaderos padres (fue adoptada en España) no logra encontrarlos. Al publicarlo, en 2009, el libro fue leído desde el morbo, desde la curiosidad biográfica, desde la figura totémica e inevitable de José Donoso.
Las reseñas, que fueron muchas y elogiosas y firmadas por varios de los amigos de Donoso, como Mario Vargas Llosa y Jorge Edwards, apuntaron a una lectura bastante referencial del libro: se obsesionaron con los fragmentos del diario que seleccionó Pilar Donoso y sucumbieron ante la emotividad de un texto devastador, pero cuyos méritos literarios -importantísimos- no fueron resaltados como lo merecían.
En otras palabras: lo que importaba -en esas lecturas- era el padre, sus diarios, su vida, los chismes, los pasajes incómodos, los secretos develados. Eso y no la literatura. Eso y no la escritura de Pilar Donoso, que fue quien construyó un artefacto literario ambicioso, híbrido, que va muchísimo más allá del simple testimonio y el cotorreo. Pilar Donoso, que había lidiado con unos padres muy complicados, depresivos y que escondían muchos secretos, no aguantó la presión. Se había casado, tenía tres hijos y se separó de su marido después de 20 años de matrimonio, y los hijos se fueron con el padre. Dos años después de que publicase su libro, y con apenas 44 años, se quitó la vida.
Tuve que parar para no seguir adentrándome en los muchos libros que han relatado esos años únicos que pusieron la literatura latinoamericana en el punto de mira del mundo, pero tengo en fila el de Luis Harss, “Los nuestros”, que hace tiempo leí, pero quisiera repasarlo. El crítico chileno, que hoy tiene más de 85 años, escribió un libro que tiene rango clásico y que fue publicado en 1966, cuando recién se daba a conocer el boom y que recientemente fue reeditado. Su autor jamás pensó que fuera a tener tanta repercusión. Pero hoy cualquier estudio sobre la novela latinoamericana del siglo XX debería hacer escala en los diez perfiles-entrevistas que recogió en ese volumen.
El llamado boom latinoamericano fue un fenómeno inédito en la literatura en español y su escenario primordial fue Barcelona, ciudad donde se congregaban las editoriales y los editores, (entre 1960 y 1970) y donde la inclaudicable Carmen Balcells cambió las reglas del juego para que los escritores fueran representados con justicia ante las casas editoriales. Se atribuye a Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Julio Cortázar ser los autores más emblemáticos de este movimiento que sacudió al mundo y volteó la mirada hacia nuestro continente, pero no dejaron de pertenecer a la órbita de las cuatro estrellas autores como Jorge Edwards, José Donoso, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Manuel Puig, Jorge Amado, João Guimarães Rosa, Nélida Piñón, Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Migue Ángel Asturias, Juan Rulfo, Elena Garro, Augusto Rosa Bastos, Alfredo Bryce Echenique, más varios españoles que se sumaron al cotarro, y se me quedan muchos otros sin mencionar.
Para el reconocido periodista Jon Lee Anderson, “con esas obras América Latina (como una entidad cultural y geográfica propia) adquirió un lugar reconocido en el imaginario internacional literario, realmente por primera vez”.
2 COMENTARIOS
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Excelente Mariela. Tú siempre animándonos a no perder el hábito de la lectura, con tan interesantes reseñas.
Felicidades Mariela siempre con tus atinados comentarios literarios que nos motivan a la lectura , saludos