MARIELA SAGEL*
La Estrella de Panamá, 12 de Junio de 2011
Las peleas y egoísmos políticos llevaron a los partidos a no ponerse de acuerdo en un candidato de consenso y al final, ‘el cáncer o el sida’, como se estuvo diciendo, fueron las alternativas que ofreció la segunda vuelta. Hubo una polarización de los electores al punto que por votar en contra de lo que representa el fujimorismo, se decantaron con quien hace cinco años era el más conspicuo representante del chavismo en ese país. Lo interesante fue ver el debate entre los candidatos y los argumentos de personas tan radicales como Mario Vargas Llosa defendiendo a ultranza al candidato que hace un lustro adversaron. Esperemos que, tal como lo hicieron Lula Da Silva y Bachelet en sus propios países, no se ensombrezca el porvenir de ese país que crece exponencialmente y se mantengan las políticas económicas, pero en beneficio de la gran mayoría.
En Panamá, con el abrupto adelanto de la campaña electoral, tal parece que los diputados en lo único que están es en promover cómo se reeligen en ese puesto o bulto que ocupan en la Asamblea, en vez de estar legislando a favor del electorado que los eligió. Me avergüenza que las únicas noticias hablen de la segunda vuelta electoral y de quién presidirá ese poder del Estado y se consuman las sesiones extraordinarias en debates estériles, a un costo muy alto para todos los panameños.
Y hablando de todo un poco, como los locos (que están muy de moda), le he preguntado a varios ex funcionarios de otras administraciones si ellos escogieron como confesores o asesores a los gringos de la embajada para contarles sus cuitas. No entiendo cómo personalidades de alto perfil pudieron ser tan abiertas con representantes temporales de la Embajada americana, al punto de decirles sus aprehensiones hasta de sus jefes más directos. Me escandaliza que panameños, por el simple prurito de hacerse los graciosos o caerle en gracia a los embajadores o consejeros de turno, le cuenten intimidades.
La respuesta de los que he indagado es que a veces, mientras ocupaban sus puestos, se reunían a revisar ciertos controles, pero que era muy difícil llegar a ese grado de confidencias como para indicarle que el presidente no le hacía caso del nivel de corrupción que tenían ciertos miembros del Gabinete, o que quería pinchar teléfonos para averiguar con quién se acostaba su consorte. O los wikileaks son puro cuento o los que allí aparecen son unos bochinchosos y entregados.
Cuando yo entré en la política partidista recuerdo las reuniones con el equipo de los gringos y no creo que nadie de mi partido salsero haya señalado a Rubén Blades como alguien a quien era imposible acceder o que manejaba su partido por fax, como se le acusó eventualmente. Posteriormente, tuve que lidiar con esos mismos funcionarios al asumir la cartera de Gobierno y siempre fue un trato de respeto y sin confidencias. Hoy día tengo una amistad personal con el entonces embajador William Hughes, con quien me reuno cuando visita nuestro país y si no la tengo con el cubano Simón Ferro es por celos de su esposa y porque se portó como un verdadero sicario en el tema de la visa del Toro. O se quieren ganar la confianza de los gringos a toda costa o son unos inescrupulosos los que llevan y traen todo lo que está siendo publicado.
No dudo que los briefings de la Embajada americana sean de valor sensitivo, pero llegar a ese nivel de detalle me parece sospechoso, más aún tener ese grado de confianza y, sobre todo, explotar solo aquellos que les hacen daño a los políticos, sean del corte, partido o grupo que sea. Ahora que hay dos medios que tienen acceso a los cables de Assange, veremos cómo se hace el manejo de la información. Allí podremos apreciar qué pretenden con eso y con el derecho a la misma que tenemos todos.