Articulos publicados en 2016 Cultura Facetas Panamá Publicado en La Estrella de Panamá

NO TENEMOS DERECHO A OLVIDAR

Por Mariela Sagel, 15 de mayo de 2016, Facetas

La memoria es el arma contra el olvido”, inicia el prólogo del libro “No tenemos derecho a olvidar”, en torno al cual se realizó un conversatorio recientemente en la Fundación Omar Torrijos.  El autor, Lázaro Mora, era el embajador de Cuba en nuestro país al momento que ocurrió la cruenta invasión estadounidense el 20 de diciembre de 1989.  Un cuarto de siglo después de esa dolorosa herida que aún no sana, el amigo cubano que vivió no solo lo que ocurrió en el país, sino que en su residencia diplomática acogió a muchas personas, así como fue víctima de toda clase de vejámenes de las tropas invasoras y de la ira furibunda de algunos malos panameños que protestaron frente a esa sede, nos cuenta paso a paso, lo que pasó.

Se dice que hay que dejar pasar al menos una generación para poder analizar un hecho que haya remecido, en este caso, a una nación.  El embajador Mora ha hecho con este libro una proeza monumental, no solo a nivel de testimonio, sino de análisis profundo y desapasionado de las coyunturas mundiales que pesaron mucho en la decisión de invadir Panamá y el rosario de desaciertos, de parte y parte, que permitieron que la acción militar de los gringos causara muchos más daños que los que se hubieran podido estimar.

EL AUTOR

 Lázaro Mora Secade fue designado Embajador de Cuba en Panamá en 1986 y es licenciado en ciencias sociales, diplomático y politólogo, sirvió a su país en Zaire y Nigeria como embajador, antes de venir a Panamá, y posterior a su salida volvió al cargo en la Dirección de Países no Alineados, Organismos Internacionales y de América Latina y el Caribe en el Ministerio de Relaciones Exteriores, y después como Jefe del Centro de Estudios Europeos, responsable del programa para las relaciones y la cooperación con las ONG europeas.

De una manera muy respetuosa para con el país en el cual cumplía su tarea diplomática, ha tenido el cuidado extremo de no restringir su narración a los hechos que él y los miembros de su misión vivieron.  Con la seriedad de una investigación profunda e histórica, ha tenido la virtud de encuadrar las acciones, sumando todos los antecedentes que detonaron la crisis política de 1987 y ha consultado cuidadosa y celosamente los documentos desclasificados de los Estados Unidos.  Este libro es el resultado de años de investigar, cotejar, consultar y sobre todo, analizar lo que ocurrió no solo en diciembre de 1989 sino en los años antes y los meses después –desde la corta distancia— y que ha dado como resultado un valiosísimo documento escrito con meridiana claridad y sin rodeos, con una pulcritud formal “con ese aliento y pasión que nos permite ir de página en página asimilando tanto dolor y tanta infamia”, como dice el poeta y ex embajador panameño en Cuba y en Argentina en el prólogo, Manuel Orestes Nieto.

No tenemos el derecho a olvidar by Lazaro T. Mora Secade | Goodreads

PANAMA, DICIEMBRE DE 1989

 Con precisión quirúrgica, Lázaro Mora va enumerando, en la primera sección del libro, todos y cada uno de los hechos que fueron dándose desde las elecciones de 1984, el contexto regional que se vivía en ese momento, así como la situación interna del país.  A partir de 1987 detalla los hechos que fueron creando las circunstancias para que la invasión fuera un hecho buscando una excusa.  Y lo hace año a año para posteriormente llevarnos día a día a partir de que la acción militar ocurre.  Esta sección termina con el relato de los acontecimientos que se vivieron en el año 1990 hasta su salida de Panamá, en marzo de ese año, sin dejar de lado las reuniones que sostuvo tanto con los embajadores Davis y Hinton, el Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Guillermo Endara y la salida tanto del grupo de asilados como de la familia Noriega.  No deja de mencionar los varios contactos que tuvo con el Nuncio Apostólico –que llegó a visitarlo a la residencia – y la solidaridad inesperada de algunos panameños no necesariamente afines al régimen militar ni a los cubanos, que le tendieron manos amigas en los peores momentos que atravesaron durante el “sitio” de la embajada, que estaba ubicada en Altos del Golf.

La segunda parte se vuelve un documento profundamente valioso y valiente, con juicios de valor que a muchos les va a incomodar y reflejan las especiales circunstancias que se vivían en los mandos militares, donde se acababan de hacer ascensos que se dieron como premios por la solidaridad que mostraron unos u otros en los intentos de golpes que se escenificaron tanto en marzo de 1988 como en octubre de 1989. Con igual rigor, describe la oposición panameña, acomodada y proclive a protestar de lunes a viernes, para irse a sus casas de playa el fin de semana.  De la misma forma, las importantes fechas que habrían de cumplir para apegarse al tratado: nombrar un administrador panameño el 1º. de enero de 1990 y el propuesto por Noriega era para los gringos, inaceptable, además de la insistencia, por parte del gobierno de Bush padre, de revisar el tratado que Carter (decían) inadecuadamente firmó y conservar algunas bases militares.

El Embajador Mora relata cada uno de los combates principales ocurridos a lo largo de toda la república así como los daños colaterales. De igual forma, infiere la falta de planificación que tenían los estamentos militares en el caso de que ocurriera una invasión, la que era inevitable, y la complicidad de la oposición, no solo en Panamá sino en Washington, que había estado viviendo de los fondos retenidos desde que se aplicaron las sanciones económicas en 1988.

Es muy importante el análisis de la planificación y preparativos de las acciones militares que llevaron a la invasión, incluyendo las opiniones de las diferentes agencias estadounidenses que tuvieron su protagonismo en la mal llamada operación “Causa Justa”.

No deja al garete una radiografía de lo que eran las Fuerzas de Defensa de Panamá y mucho menos cómo se dio la creación de los Batallones de la Dignidad y los Codepadis y cómo se afectaron los negocios nacionales debido a las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos a partir de 1988.

Detalla, con una inmensa capacidad, los exiguos planes militares de las Fuerzas de Defensa para defender el país y cómo se desmembró fácilmente la movilización.  No hace concesiones en cuanto al gobierno que se juramentó en una base militar gringa y se adentra en los análisis de los cargos presentados contra las personas que fueron miembros del Consejo General del Estado, utilizando procedimientos criminales por parte del entonces Procurador General de la Nación, Rogelio Cruz, el mismo que hoy día defiende a Ricardo Martinelli de lo que él ahora cataloga de cargos infundados.

De todos los documentos, libros, análisis, que se han publicado sobre la invasión, incluyendo el malogrado libro “America’s Prisioner” del propio Manuel Antonio Noriega, solamente el escrito por Pedro Rivera y Fernando Martínez, “El libro de la invasión” es tan comprensivo de lo que ocurrió en los últimos años de la década de los ’80 en Panamá y el mundo.

Y es justo el poeta e intelectual Pedro Rivera que en su libro “El largo día después de la invasión” nos recuerda que “El que olvida corre el peligro de poner el pie sobre la misma inmundicia dos y un millón de veces más, con idéntico entusiasmo y complicidad.  Es por eso que los que olvidan no se reconcilian, se envilecen”.

Este libro no debe dejar de leerse por todos los panameños que, hayamos vivido ese período aciago de nuestra historia o se nos haya referido –mal, porque hasta ahora, incluso los documentales fílmicos han sido un fraude – estemos conscientes que no podemos repetir la historia, y los recientes acontecimientos indican que vamos hacia eso, con otros métodos, pero no menos devastadores.

Tengo entendido que el embajador Mora vendrá para la próxima Feria del Libro de Panamá, a realizarse en agosto de este año, a presentar el libro.  Ojalá que esto se haga realidad pues es urgente un debate sobre el tema.

“Lo que Torrijos no hizo, aún está por hacerse en Panamá y forma parte de las más caras aspiraciones del pueblo panameño, ése que fue capaz de erguirse y continuar la lucha por su plena soberanía después de la invasión de 1989, el que mira al futuro con la conciencia de que un mundo mejor es posible, el que poco a poco ha ido ganando conciencia en estos veinticinco años de democracia representativa burguesa, de que lo importante no es cambiar el gobierno, sino el sistema político y la forma de redistribución de la riqueza que los trabajadores generan”.  Lázaro Mora….