MARIELA SAGEL
La Estrella de Panamá, 22 de diciembre de 2013
Recientemente se me señaló en la presentación de la novela Las mujeres que amaron a Tino Hunter, de la periodista Itzel Velásquez, que yo sostengo que la gente lee mucho en Panamá, pero que no lo hacen tanto.
No supe si interpretarlo como un cumplido o una crítica, puesto que tengo ya más de seis años de reseñar libros en forma sistemática en las páginas dominicales de este diario, así como tres años de tener un segmento semanal en el noticiero matutino de Telemetro y, modestia aparte, hasta en los taxis me reconocen y preguntan qué recomendaciones les puedo dar. Y no pienso que he arado en el mar, y si ese fuera el caso, lo seguiría haciendo, para lograr que los panameños cultiven el hábito de leer y, por ende, se atrevan a pensar y tomar las acciones en base a los razonamientos de los pensamientos.
Si bien es cierto que en Panamá el hábito de la lectura tiene serias amenazas por el chat, la televisión, y la participación en redes sociales, nunca antes había habido tantos puntos de venta con una gran variedad de libros de toda clase, desde los populares de autoayuda, pasando por los best sellers y los escritos por panameños, hasta llegar a conseguir las mejores plumas internacionales, hasta en las farmacias y algunos supermercados panameños.
Otros factores inciden también en que en Panamá se esté leyendo más: solo en el último mes se ha presentado más de una decena de libros, tanto de sellos internacionales como nacionales: el libro Cuando la Libertad se vistió de blanco, de Nadhji Arjona y Manuel Cambra; 9 de Enero, la novela, del escritor Andrés Villa; Hugo Spadafora, bajo la piel del hombre, un libro que retrata y rescata la vida del médico decapitado en 1985, escrito por un autor cubano, Amir Valle y publicado bajo el sello Aguilar; Un vida póstuma del abogado Fernando Berguido; Impulsos Taliónicos, de Ramón Francisco Jurado; Panamá Soberana, de Omar Jaén, Nada que ocultar, de Gloria Young, un libro de periodismo de Mario Castro Arenas, a los que se le suma la novela de Itzel Velásquez, editada bajo el prestigioso sello Lumen.
Y si vamos a los que no han hecho presentaciones, nos encontramos más sorpresas, están las últimas publicaciones que han salido en las capitales donde se editan los libros, sean Planeta, Penguin Random House Mondadori, Tusquets (ahora de Planeta), Anagrama y muchas otras. Alfaguara, que tiene la ventaja de contar con oficinas propias en Panamá, no importa ni distribuye al ritmo que salen sus novelas y éstas no llegan al lector con la celeridad que los bibliófilos estamos acostumbrados, pero siempre hay recursos para obtenerlos, gracias a Sanborn’s.
Ahora hay muchas otras formas de leer, y no necesariamente en papel y bajo el influjo del invento de Gutenberg: están los Kindle, las lecturas en el iPad y otras tabletas, y hay quienes leen hasta en los celulares. Lo importante es que se lea, no solo se reciba en forma pasiva la información, que es lo que hace el televidente que pasa horas de horas frente a esa cajita de contenidos alienantes.
En estas fiestas, los mejores regalos son los libros. Para los niños es obligante enseñarles el hábito desde sus primeros años y que se rodeen en casa de ellos. Los hay de plástico y hasta sumergibles. Una fuerte tendencia de literatura juvenil ha permitido que este segmento de la población pueda tener su participación y sus opciones están plenamente identificadas y una gran responsabilidad de los que creemos que la lectura hace mejores personas, es la de encontrar el mejor libro para aquella persona a la que queremos agasajar.