TRIBUTO A ÁLVARO MUTIS
MARIELA SAGEL
Facetas, 29 de septiembre de 2013
Esta pequeña novela fue una apuesta narrativa en su momento (1973). En su subtítulo plantea una definición formal del texto con la ambientación temática
La muerte reciente –apenas hace una semana— del poeta, periodista, escritor y célebre ‘publirrelacionista colombiano’ Álvaro Mutis, me llevó a revisar una de sus obras más preciadas: La mansión de Araucaíma. De pluma elegante y preciosista, híbrido perfecto entre ‘nouvelle’ y guión cinematográfico, fue llevada al cine por Carlos Mayolo, director caleño ya fallecido.
Esta pequeña novela fue una apuesta narrativa en su momento (1973). En su subtítulo plantea una definición formal del texto con la ambientación temática. Si bien eso de relato gótico no pareciera encajar con lo de tierra caliente, el primer término estuvo muy en boga en los siglos XVIII y XIX. Lo tórrido vino por añadidura, para enmarcar el desenlace que tuvo esta historia, en el ámbito tropical y bullanguero de lo que ocurre en la mansión y las exageraciones que devienen de tanta permisividad.
La dirección de la película de La Mansión de Araucaima ‘le cayó en suerte’ a Carlos Mayolo. El guión fue responsabilidad de Juan Olaciregui, como resultado de una discusión amistosa entre Buñuel y Mutis basada en si era posible hacer un gótico en el trópico. En sus memorias, Mayolo cuenta que la exuberancia y la exageración del trópico contribuían a una historia de miedo y de horror. Como tenía que producirse en México, ya que era una coproducción con Focine –por leyes que aún no estaban completas.–, bajo la advertencia del autor al cineasta de que México era como Nepal, y que, de hecho, la película debería ser filmada en Brasil, Mayolo se va al Distrito Federal justo cuando acaba de pasar el terremoto (1986) y encuentra todo hecho un desmadre.
Lo atienden a cuerpo de rey, le prometen hacerlo el mandamás de Churubusco y después, casi como un refugiado, abandona el país azteca en la cabina de un avión. Posteriormente es declarado non grato en los famosos estudios de cine, por los desastres que hizo.
Siguiendo el consejo del autor del emblemático Maqroll el Gaviero, Mayolo viaja a Río de Janeiro y encuentra eco del guión en el entorno de Glauber Rocha (influyente director de cine brasileño, actor y guionista). Casi de manera inmediata fue identificando los personajes del relato gótico.
A casi todos se los trajo a Colombia y filmaron la historia en una casa mítica, situada en ninguna parte. Un verdadero falansterio, como en la novela.
La filmación fluctuaba entre una sonoridad entre el portugués y el español. Los editores le dieron a la película una sensación de una América Latina existente solo en la vida de una gran casa. El resultado fue estrenado en el Festival de cine de Bogotá y después recorrió varios salones.
RETAZOS DE UNA VIDA
Álvaro Mutis nació en Bogotá el 25 de agosto de 1923. Acaba de cumplir 90 años, cuando la muerte lo sorprendió en la ciudad de México, el pasado 22 de septiembre. Su padre era diplomático. Al cumplir los dos años, la familia se mudó a Bruselas, Bélgica.
Gran lector de los autores clásicos y cultivador del francés, se inició en la radio con menos de 20 años en su natal Colombia. Fue editor de revistas y amigo de intelectuales como Luis Cardoza y Aragón y de pintores como Fernando Botero y Alejandro Obregón. En 1950 inicia su larga amistad con Gabriel García Márquez, al punto que era conocido por ser el primer lector de los borradores del Nobel. ‘Cualquier relación, sobre todo al comienzo, está hecha de extrañezas. Con los libros pasa igual que con las mujeres y con los amigos: hay que tener paciencia para llegar a entenderlos y a quererlos. Ninguna relación es fácil al principio», llegaría a escribir el literato acerca del fenómeno de la amistad.
Inicialmente escribió poesía. Cuando se trasladó a México, comienza a codearse con los grandes escritores como Juan Rulfo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Luis Buñuel, etc. La obra El Diario de Lecumberri recoge sus 15 meses en ‘El palacio negro’, como se le conoce a la infame prisión mexicana.
Era monárquico y gran admirador de Napoleón. No le interesaba la política y nunca votó. Fue distribuidor de la 20th Century Fox en América Latina, de Columbia Pictures y también trabajó en Esso. Entre los corrillos publicitarios, se suele asociar su nombre con uno de los mejores eslogans de Coca Cola.
‘Por haberle regalado la idea’ de escribir El General en su Laberinto, García Márquez le dedicó sus libro sobre los últimos días de Simón Bolívar. En ocasión de un viaje del Príncipe de Asturias a México, le sirvió de guía para una visita a la tumba de Hernán Cortés.
A lo largo de su vida recibió reconocimientos como el Premio Nacional de Letras en Colombia, Premio Príncipe de Asturias y sobre todo, el Premio Cervantes en 2001, entre muchos otros. Le llegó la muerte y no cesaron los homenajes. Se le llamó ‘el enamorado de las causas perdidas’. Recibió elogios del escritor y poeta Juan Villoro, del chelista Carlos Prieto, de Mercedes Barcha, esposa de García Márquez. La escritora mexicana Elena Poniatowska, con quien mantuvo un intercambio epistolar recogido en el libro Cartas de Álvaro Mutis a Elena Poniatowska, también expresó su admiración por el colombiano mexicano.
En la próxima Feria del Libro de Guadalajara, que se realizará del 30 de noviembre al 8 de diciembre, el Fondo de Cultura Económica le rendirá tributo a toda su obra escrita. Aun cuando estuvo muy ligado a la industria fílmica, solamente dos de sus relatos han sido llevados al cine: La Mansión de Araucaíma e Ilona llega con la lluvia.