Por Mariela Sagel, publicado el 12 de mayo de 2025 en El Siglo de Panamá
Vivimos tiempos tan revueltos que lo que pasa hoy se olvida mañana por el acontecimiento que ocurre de repente. Esta semana la atención estuvo centrada en la elección del nuevo papa de Roma, que ha satisfecho a la mayoría de las personas que no queremos que la iglesia Católica retroceda, después de los avances que hizo el papa Francisco en sus años de pontificado.
Al momento de que lo anunciaron, cuando se supo que era estadounidense, cundió el pánico: ¡otra victoria para Trump! Un papa en el Vaticano y el otro en Roma. Pero rápidamente se fue aclarando que no era el cardenal gringo al que apostaba el emperador de Estados Unidos, sino un sacerdote nacido en Chicago, que pasó gran parte de su vida en Perú y que usa las redes sociales con asiduidad, en las que en varias ocasiones ha manifestado su férrea oposición a las políticas del trumpismo. No hay que olvidar que una de las últimas personas que visitó a Francisco antes de su muerte fue el vice gringo y, como se dice, “vade retro satanás”.
Esa noticia, la elección del nuevo papa, nos mantuvo concentrados en conocer más de su ejecutoria y el sábado en la noche, sin ninguna alarma y para sorpresa de muchos, el convicto Martinelli salió en la oscuridad hacia Colombia, país que le otorgó “asilo político”, sin ningún sustento. Recordemos que el otorgado por Nicaragua era “asilo humanitario” porque el político es otorgado a los perseguidos políticos, lo que no es el maleante de marras.
Se desconocen los tejemanejes de toda esta bufonada. La cancillería debe dar muchas aclaraciones. La opacidad es algo que ha caracterizado todo lo relacionado a su salida intempestiva y las especulaciones se han desatado, lo que no hace bien a la tranquilidad del país.
Como dice el dicho: “algo huele a podrido en Dinamarca”. Esperemos esas aclaraciones, y a saber qué se ha pactado con Colombia para que hayan recibido a este individuo, que tanto daño le ha hecho al país y a su imagen.