El árbol del gueto
Domingo 25 de octubre de 2015
‘Cuando suban la multa de $5 por árbol que tumben a mínimo $500, las cosas cambiarán’
Detrás del estacionamiento del Colegio La Salle, en la calle que se conoce como Combatientes del Gueto de Varsovia , hay un terreno con muchos árboles. Todas las mañanas paseo a mi perrito por allí y un día escuché ruidos de un serrucho en el área. Uno o dos individuos estaban cortando las ramas de un frondoso árbol y yo me fui a preguntarles por qué lo hacían. El tipo me dijo que iban a ‘tumbar el palo ‘ sin justificar por qué, más bien me señaló que los curas del colegio habían ordenado tumbarlo. Yo les pedí el permiso respectivo y el señor que estaba viendo (porque siempre uno trabaja y el otro mira) llamó a alguien y le dijo que una señora estaba pidiendo el permiso para ‘tumbar el palo ‘.
Como no me pudo mostrar el permiso, le advertí que pondría en alerta a los medios del asunto y así lo hice. Por varias semanas pasé a diario por allí y seguían las pocas ramas que habían logrado cortar tiradas allí, pero el follaje brillaba en ese pequeño pulmón de la ciudad. Sin embargo, seguía la cerca abierta, lo que indicaba que en cualquier momento volverían para ‘tumbar el palo ‘.
Hace una semana regresé de viaje, y entre los lugares que visité fue, precisamente, el Gueto de Varsovia. Cuál no fue mi desesperanza al pasar por el sitio a mi vuelta y encontrar solo el tronco del árbol.
Me cuentan los vecinos de esa barriada que el árbol no estaba enfermo, que no tenía nada y por el contrario, le daba una agradable sombra a sus casas, que están ubicadas detrás del terreno de los hermanos de La Salle. Y que estaban esperanzados de que vuelva a crecer con fuerza luego de esa poda forzada.
La merma de árboles en nuestro ambiente afecta su equilibrio, porque ellos son grandes productores de oxígeno en las zonas urbanas. Las especies que están en ese lote de los curas, de gran tamaño y gran altura, hacen su aporte al medio, regulando el sistema hídrico y secuestrando carbono, según explican los expertos del Ministerio de Ambiente. Sin embargo, ni la Alcaldía ni esa nueva entidad, advertidos debidamente de lo que estaba sucediendo, han iniciado acciones para detener esto que parece será una práctica en ese terreno, por los mismos pastores de la encíclica Laudato Si’ ( Alabado seas ), que se dio a conocer en junio de este año en la que el papa Francisco llama a cuidar el planeta.
Se apegan a que en terreno o propiedad privada los dueños pueden tumbar los palos que quieran. Eso es hasta cierto punto válido, si siembran de acuerdo a lo que han depredado, que según la Ley son 10 árboles por cada uno que tumban. Todavía tenemos el recuerdo de los más de 180 árboles que fueron cruelmente demolidos en la manzana de Obarrio donde se construyó el SoHo Mall y no sabemos dónde y qué han sembrado en remplazo de ellos. Hay maneras de construir sin tumbar los árboles, lo hizo el resort de Gamboa a un costo altísimo y un atractivo desvío para respetar un árbol, se ve en centros comerciales de ciudades donde se respeta el ambiente, que tienen árboles dentro, porque seguramente allí estaban sembrados cuando se construyó. Cuando suban la multa de $5 por árbol que tumben a mínimo $500, las cosas cambiarán.
La ineptocracia, una palabra nueva que circula en Google, donde los más ineptos para gobernar son electos o nombrados y por lo tanto, son los que menos producen, nos rige. Se adhieren a las leyes y reglamentos y los procedimientos y por eso, cuando se ‘tumba un palo ‘, ya no puede hacerse nada, porque es muy tarde.
Triste destino para este país que no solo no respeta la historia, esa maestra de la vida que nos muestra lo que realmente sucedió, nos enseña a entender el presente y nos prepara el camino para enfrentar el futuro, sino a la naturaleza, que siempre recupera lo que ha perdido.