‘Me reconcilié con la India’: Moro
Domingo 22 de febrero de 2015
En un país donde nadie habla de la vida de la viuda de Gandhi, Javier Moro logra vencer la censura oficial.
El escritor español Javier Moro, ganador del Premio Planeta en 2012 por El Imperio eres tú y autor de inolvidables libros como Pasión India y El pie de Jaipur , acaba de regresar de India, donde finalmente las autoridades permitieron que circulara su libro El Sari Rojo , que relata la saga de la familia Nehru-Gandhi y el papel jugado por Sonia, la italiana que ejerce como presidenta del Partido del Congreso y viuda de Rajiv Gandhi, que fue asesinado en 1991 –cuando era Primer Ministro–. Desde su piso en Madrid, sobre la calle serrano, Moro le contó a Facetas su más reciente experiencia en ese inmenso país.
‘El libro nunca fue prohibido oficialmente en la India, nunca me pusieron una querella, yo creo que sabían que no tenía nada de difamatorio y sabían que la perderían. Lo que hicieron fue crear, los que están alrededor de Sonia Gandhi, una atmósfera de violencia tan grande, donde quemaban mi efigie, quemaban mis fotos, por lo que opté por no añadir más leña al fuego. Entonces decidí, en el 2010 -dos años después de haber sido publicado (en 2008 en España, 2009 en Italia)- suspender la publicación en la India… Lo que habían hecho los que me adversaban era sacar algunas frases fuera de contexto e inflarle la cabeza a Sonia Gandhi. Decían que en el libro se señalaba que ella tenía miedo de quedarse en la India después del estado de sitio que decretó su suegra, Indira Gandhi y que se quería ir a Italia. Fue una manipulación política con un nacionalismo nefasto. El caso es que las imágenes de violencia fueron un golpe fatal para el país. Pero mi editor indio, que le gustó mucho el libro y a su hija también (lo leyeron en francés) insistieron que había que publicarlo.
‘De repente todo se fue aclarando, por una parte consigo hacer una negociación con ‘Open Road Media’ para el mercado de Inglaterra, lo colocan en varias plataformas en digital, en inglés, y por otra parte el Partido del Congreso pierde en las elecciones, pero de una manera estrepitosa, de 100 y pico de escaños quedan con unos 20 o 30. En eso me llama el editor, y me dice ahora es el momento de sacarlo, que lo editáramos, lo adaptáramos al electorado indio (porque hay muchas cosas que en el libro que para los indios no son relevantes) y consulté con mi editora y con el profesor Torri, catedrático de la Universidad de Turín, experto en temas indios, que me ayudó mucho en mi investigación cuando estaba escribiendo el libro y que posteriormente me ayudó a hacer una actualización del epílogo y los dos me dijeron que no valía la pena arriesgarme. Pero a mí me quedaba el prurito ese de no haber cerrado un círculo, hombre, escribí un libro sobre la India, sobre un personaje tan importante para la India y que no quisieran leerlo era como que no había acabado la historia, era una tarea pendiente…
‘El 15 de enero volé a Nueva Delhi. Estaba un poco preocupado cuando llegué y mi editor también. Él había organizado una cena con toda la élite de Delhi, estábamos con todos los editores de las principales revistas y publicaciones de allá, como India Today , Outlook , y en ese momento me llega su hijo con una foto en su móvil publicada en el diario DNA de Bombay, tomada esa misma tarde, donde habían vuelto a hacer lo mismo, a quemar fotos mías, a quemar libros en la calle. En ese momento nos dimos cuenta que había cierta estructura detrás, esas fotos habían tenido que ampliarlas, tenían que haberlas sacado de internet, había carteles, alguien tiene que pagar por hacer eso, había gente, había organización alrededor. Me dije que me volvía al otro día, no quería arriesgarme a que entrara un loco con una botella de gasolina y me la tirase o que me reventara la cara, en fin, me dije, si vuelven con lo mismo me largo.
‘Al día siguiente sale el Outlook con esa portada y el título ‘El libro sobre Sonia Gandhi que el Congreso no quiere que usted lea’. Entonces nos llama, al editor y a mí, el jefe de la policía de Nueva Delhi, y nos dice que nos tranquilicemos, que las imágenes de Bombay están todas bajo control, que no va a pasar nada, que si queremos protección nos la ponen las 24 horas del día ‘dígale al sr. Moro que esté completamente tranquilo’… Al día siguiente nos llama el asesor más cercano de Sonia Gandhi, Suman Dubey, habla con mi editor y le pide que le mandemos dos libros y le dice textualmente ‘please tell Mr. Moro not to talk badly about Madame’. ¡Yo no hablaba mal de ella en el libro, o sea que ni siquiera se lo habían leído!
‘Después del Outlook vinieron más entrevistas, por la mañana, por la tarde, a toda hora, y el libro despegó a venderse como no te imaginas, 20,000 ejemplares en dos días. Se hace otra tirada de 20,000 y se agota en una semana, se hace otra igual y se vuelve a agotar. Ya íbamos por unos 100 mil y me empiezan a llegar a diario solicitudes de derechos para todos los idiomas de la India, támil, hindi, malayalam, asamés, en todos, creo que el libro llegará a vender 1 millón, unos 200 mil en inglés y el resto en los demás idiomas.
‘Firmaba pilas y pilas de libros. Se me va quitando el miedo y los antiguos ministros de Sonia Gandhi quieren recibirme, me llaman a sus casas, a tomar el té y me convierto en el ‘flavour of the month’ según la hija del Maharajá de Gwalior, que es la jefa de gabinete de Rajastan. Voy al festival de Jaipur, es encantador, porque es la India culta pero al mismo tiempo desordenada, caótica, y nunca había hablado ante una multitud tan grande (unas 1,500 personas) y después relato todas las anécdotas de cómo había conocido a Sonia Gandhi, en aquel coctel donde me acerqué a ella y le dije: ‘Madame, he dormido con usted por los últimos cuatro años’. Ella me miró como alertando a su servicio de seguridad por si me había colado. Le dije: ‘Necesito su bendición, quiere que lo lea, cualquier consejo que usted quiera darme’. Y ella me miró con desagrado y me dijo: ‘Nunca leemos lo que se escribe de nosotros’.
‘A todo esto el New York Times , el Guardian también y otras más seguían publicando noticias y las ventas del libro a nivel internacional se dispararon. Sabes que hay muchos indios en Canadá, Estados Unidos, Australia que también quieren saber quién era Sonia Gandhi. Porque lo que más me impresionó de todas las críticas (que he recibido muchas, buenísimas y malísimas) es que se me acercaba la gente y me decían: ‘Ahora sabemos como es’. No la conocían, no sabían de su vida, de dónde venía, quiénes eran sus padres, sus hermanas, cómo las trataba, sabían pedazos pero no toda la película.
‘De repente el libro se ha convertido en lo que tenías que leer para poder conversar en los círculos de la gente. Y siguieron saliendo artículos en Tailandia, en Corea, en Estados Unidos. Para mí fue un cierre perfecto. Lo presenté en Bombay ante mucha gente, pilas de libros firmados. Y lo más importante, me he reconciliado con la India, he vuelto a entender las razones por las que me gustó tanto ese país siempre, porque yo estaba como enfadado, no quería volver, pero ahora en cualquier momento lo hago. Me he reconciliado con todo.
‘Este libro tuvo alrededor del tema una contrariedad tras otra, desde el principio, desde el primer día, desde que decidí escribirlo todos fueron problemas, todo fueron obstáculos, trataron de descorazonarme, convencerme que no siguiera, que nunca había habido un libro sobre ella. Que no querían hablar sobre su vida personal. No existían periodistas que hayan ido al pueblo donde ella nació, que hayan ido a hablar con los primos, a hablar con el alcalde, a hablar con sus familiares, gente que se haya pasado 3 semanas en Orbassano, el sitio donde ella vivió su juventud, que fue lo que hice, dibujando su perfil sobre la India de los últimos 60 años, desapasionadamente’.
‘En Italia fue una gran decepción. Yo pensé que allí iba a funcionar muchísimo y en la India no y ha sido todo lo contrario, para la importancia del personaje. Y seguramente eso se ha debido a que ella se ha portado tan mal con sus compatriotas que de alguna manera ellos han sido indiferentes. En cierta forma me da pena, han creado todo un mito acerca de ella, no quieren que su electorado, que es de pobres mayormente, la identifique con una familia de clase baja italiana, quieren que ella sea identificada en el imaginario colectivo popular como una aristócrata, como de la realeza, como una Gandhi, de allí que mi libro era como una piedra en el zapato para este partido de ella. Pero eso es una estrategia errónea, a lo mejor le sirvió en el año 2004, cuando ganaron las elecciones, pero no les sirve ahora en el 2015 porque Narenda Modi, saca a cuento haber sido un vendedor de té en una estación de Gujarat y haberse transformado en Primer Ministro. Este tipo sabe identificar hacia donde van las necesidades de la sociedad, ve que el viento sopla a su favor y lo aprovecha. Y a ella le siguen aconsejando la misma estrategia de crearle una imagen de inaccesibilidad, está en un pedestal, por encima del bien y del mal y sobre la que no puedes hablar ni escribir porque si no te queman los libros y eso la ha alejado de la gente, del pueblo’.
‘Sonia se creyó el rollo de que era la india perfecta, dedicada a la familia de su marido, y de repente se da cuenta que todos los sacrificios que ha hecho — porque en el fondo eso no le gustaba, el trabajo, cambiar a ser india –, fue una buena política. Nunca se olvidó de su electorado, eso hay que reconocérselo, pero a la hora de pasar la antorcha le ha salido mal, además que está enferma desde hace muchos años. Ya no aparece mucho en público’.