Literatura Opinión Publicado en La Estrella de Panamá Vida y cultura

MEMORIAS DE UN ARQUITECTO

Por Mariela Sagel, en La Estrella de Panamá, 2 de abril de 2021.

El Arquitecto Carlos Clement, amigo entrañable, me hizo llegar durante mi reciente viaje a Panamá, dos libros publicados por él que contienen la esencia de su vida y obra. Uno anecdótico titulado “Los amigos estaban ahí”, con muchas fotos e historias que reflejan su vida profesional, personal y familiar, salpicada de esos “cuentitos” que lo hacen muy ameno.  El segundo, un libro de bocetos a mano alzada y de considerable tamaño es una propuesta de “Solución al hacinamiento de las cárceles” y tiene 84 páginas y contempla todo lo necesario para la construcción de una infraestructura donde se podrían tener a 1156 privados de libertad y hasta el presupuesto de la construcción de esta obra carcelaria, incluyendo el costo del lote y demás detalles importantes a considerar, como las salas de reuniones para las diligencias judiciales.

Tapa del libro

     Sobre el primer libro “Los amigos estaban ahí”, es realmente un homenaje a los amigos, de la infancia, de juventud, de trabajo, a sus profesores, a sus colegas, y a su familia.  Un poco desordenado, como es él, salta de un lado a otro y hay que conocerlo para quererlo sino se vuelve un enredo comprender una vida tan rica en vivencias.  Me gusta mucho que se refiera a su familia con tanta privacidad, sin mayores detalles, pues eso demuestra el respeto que tiene por la unión familiar, que ha logrado construir con su esposa Denise, y sus cuatro hijos, que le han dado una vasta descendencia.

     Cuenta sus orígenes, sus estudios de secundaria en el Colegio Javier, la muerte temprana de su padre que lo privó de ir a estudiar a una universidad en los Estados Unidos, al tiempo que reconoce los excelentes consejos que recibió de sus padres putativos, los papás de sus amigos, que lo acogieron con mucho cariño en sus correrías de muchachos.

     Después destaca su experiencia en la Universidad de Panamá en la Facultad de Arquitectura, con los mismos profesores con los que yo estudié:  Roberto “Cosaco” López Fábrega, el más importante ingeniero estructural que hemos tenido, y que lo adoptó como un hijo.  Siempre le insistía que siguiera la carrera de ingeniería pues era muy bueno en matemáticas, a lo que Carlos no le hacía caso.  Y menos mal, porque nos hubiéramos perdido de un extraordinario arquitecto que ha dejado más de doscientas obras, muchas de ellas han obtenido merecidos premios.

     Deambula por las aulas de la facultad, con los profesores de entonces que eran inigualables:  René Brenes, Guillermo De Roux, Ricardo J. Bermúdez, Jorge Ricardo Riba, Hugo Navarro, Julio Rovi, Guillermo Trujillo y Juan Manuel Cedeño, así como Richard Holzer y Marcelo Narbona, estos dos últimos recientemente fallecidos y los anteriores, excepto el arquitecto Rovi, muertos ya hace algún tiempo.

     No deja de insistir el arquitecto Clement en que su mayor riqueza son su familia y sus amigos, y me viene a la cabeza el pregón de Gabriel García Márquez que decía siempre que escribía para que sus amigos le quisieran más. Una frase en las primeras páginas del libro dice: “Pronto en la vida aprendí que los buenos amigos son el alivio del vivir, y un contraveneno infalible para encarar los malos tiempos, sobre todo los emocionales”.

     Resume su carrera en las obras que ha dejado, su breve paso por el Ministerio de Obras Públicas, bajo la presidencia de Ricardo de la Espriella, a quien dedica elogiosos comentarios.  Fue una época muy difícil pues eran los años del ascenso al poder de Manuel Antonio Noriega y todas las pasiones que se desataron en ese tiempo, después de la muerte de Omar Torrijos.

     Su mayor orgullo en cuanto a obras de arquitectura es el Edificio Hatillo, que ganó premios pues pudo introducir diseños innovadores, una salida que rompía el prototipo de las construcciones panameñas.  Allí se asentaron la Cía. Internacional de Seguros y el Banco de Colombia.  Su inauguración fue en 1973 (el arquitecto Clement se había graduado en 1966).

     Otro reto significó la sede del BLADEX (Banco Latinoamericano de Exportaciones) en la calle 50 y Aquilino de la Guardia, en la que todos los países querían que estuviera representado un elemento arquitectónico definitorio de ellos, lo que casi crea un conflicto multilateral.  Al final, el criterio arquitectónico se impuso y prevaleció el homenaje que el diseñador de tan impresionante edificio quería rendirle al barrio de Bella Vista, uno de los sectores más emblemáticos de la capital y el cual mostraba una época especialmente fecunda y rica de la arquitectura panameña.  Era un llamado, desoído en varias instancias, de no seguir destruyendo más edificaciones de esa época.

     Otro importante aporte que tiene este documento es el llevarnos de la mano por la creación del Parque Omar, por la concepción del centro comercial Los Pueblos, por la nueva sede de la Nunciatura Apostólica (en Clayton), varios edificios de bancos, como el Continental (ahora General) y otros que ganaron premios de las mejores obras de arquitectura en diferentes años.  Menciones honoríficas no le han faltado, como las de las residencias de varias importantes figuras del mundo empresarial y comercial, así como ha desarrollado proyectos tanto arquitectónicos y urbanísticos en Panamá, Bolivia, Argentina, Ecuador, Honduras, entre otros países.  Los ahora elegantes e impresionantes condominios como el Panamar, Winston Churchil, Terrazas de Obarrio, Tower One no pueden faltar en su portafolio, y un sinfín de otros proyectos que suman un par de cientos.

     Con 78 años, y habiendo dedicado dos terceras partes de su vida a la profesión, estos dos libros los produjo el año pasado, en medio de la pandemia.  Son en tapa dura, un lujo que solamente puede darse un profesional como él, impresos en Colombia.  Le faltó un/a editora que le ordenara los relatos, ya que hay que estar muy concentrado para no perder el hilo de lo que relata.  También le faltó el ISBN obligatorio para toda obra impresa, pero su intención no es venderlo sino regalarlo a sus amigos, entre los que me distinguió.

     Son muchas las anécdotas y cuentos allí plasmados, algunos que causan mucha risa y reflejan al autor en cuerpo entero.  Un amigo fiel y dedicado a su profesión, que es su pasión, y a su familia.  Poco dice de su sociedad con el arquitecto Carlos Medina, lamentablemente ya fallecido.  Tiene un capítulo especial en su breve incursión en política, formando parte del colectivo Solidaridad, cuando don Samuel Lewis Galindo era el presidente y, que, en 1994, disputó la presidencia a Ernesto Pérez Balladares, entre otros seis candidatos.  Como bien lo indica, “llegaron detrás de la ambulancia”.

     Carlos Clement Icaza es un profesional admirable que, con este aporte, señala el camino de las nuevas generaciones de arquitectos para que aprecien cómo alguien como él llegó a ser tan conocido y respetado en su campo y en asociaciones como el Club de Leones, la Pastoral Penitenciaria, el desarrollo de Coronado y un sinfín más.  Incansable, estos dos libros son el resultado de su infinita curiosidad y su generosidad, además de lealtad hacia los que le ayudaron en su momento.

     Sobre el otro libro, “Solución al hacinamiento en las cárceles”, es el resultado de su experiencia en la Pastoral Penitenciaria, además de un curso al que lo invitó la Organización de Naciones Unidas para el diseño de las cárceles.  Desde el año 1994 estudia este fenómeno del hacinamiento y como desde el año 2000 hasta el 2015 ha sido jurado de las mejores obras de CEMEX a nivel mundial, pudo evaluar proyectos diseñados en otros países.

Tapa del libro

     Sería muy conveniente que el Arq. Carlos Clement Icaza, en un acto más de desprendimiento profesional, done al Ministerio de Gobierno este anteproyecto, y que se tome en cuanta, para la construcción del mismo, por la permanente preocupación que ha demostrado en el tema este profesional de la arquitectura, reconocido mundialmente.